martes, 1 de marzo de 2011

Natalie Portman: La reina de Hollywood

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  • Después del Oscar viene la calma. “El próximo sueño, a corto plazo, es quedarme en cama, sin tener que maquillar o peinarme, relax total”, explica la actriz de 29 años.

LOS ÁNGELES.- Las probabilidades la favorecían. Habiendo ganado el Globo de Oro y el premio del Sindicato de Actores, Natalie Portman ya había sido señalada como la gran favorita al Oscar como Mejor Actriz. De nada valía que tuviera en frente a otras grandes como Annette Bening (“The Kids Are All Right”) y Nicole Kidman (“Rabbit Hole”). Pero cuando Jeff Bridges abrió el dorado sobre sellado, igual estalló la emoción en el Teatro Kodak. Y ahí mismo estuvimos, hablando sobre el éxito personal de un embarazo que llega como el mejor aplauso de la fama, viviendo increíbles paralelos entre la realidad y la ficción de la película “El Cisne Negro” (“Black Swan”).

—Ganar el Oscar era como un loco sueño. ¿Ahora que lo ganaste se siente así?—

“Sí, ahora mismo lo siento como un sueño, es como si no supiera donde estoy parada”.

—¿El reconocimiento del Oscar refleja en cierta forma el aplauso de la gente? ¿Por qué crees que gustó tanto tu interpretación en esta película?—

“Supongo que la gente realmente se conectó con la pasión que existe en la creatividad y muchos se identifican en ese sentido. También interesa el hecho de ver crecer a alguien. Mi personaje pasa de ser una jovencita que hace todo lo que otros quieren, hasta encontrar el placer de lo que ella quiere. Y creo que en ese sentido es algo por lo que todos pasamos”.

—¿Cómo recuerdas hoy aquel rodaje? ¿La película aparecía constantemente en tus sueños?—

“Cuando estaba trabajando, sí. Las jornadas eran muy largas y apenas dormía cinco horas por noche. Había demasiada preparación, demasiado entrenamiento y no tuve tanto tiempo para pensar lo que estaba pasando. Y en términos de sueño, terminaba tan cansada que literalmente caía en la cama, me levantaba solamente para volver al estudio. Ese ritmo también creo que me ayudó a mantener la concentración en mi personaje. No tuve demasiados sueños locos, soy muy buena para cerrarme. Pero es cierto que me costó dejar el personaje después. El estado de ánimo de toda la película fue demasiado intenso y lo mantuve mucho más que lo usual”.

—¿El Oscar puede cambiar el futuro? ¿Ya pensaste en la presión de elegir tu próxima película para estrenar el premio?—

“Bueno, por ahora, como sabrás, estoy embarazada y por ahí pasa mi próxima ‘presión’ (Ríe)”.

—¿Sería otra locura pensar que puedas nombrar a tu bebé... Oscar?—

“(Le cuesta parar de reír) Creo que eso es probablemente... definitivamente impensable, sí”.

—¿El bebé no pateó para nada cuando dijeron tu nombre como la gran ganadora de la noche?—

“La verdad, no podría decírtelo, porque no me acuerdo lo que pasó exactamente. Pero el bebé definitivamente estuvo pateando toda la parte musical de la ceremonia. Por lo visto, tengo un pequeño bailarín”.

—¿El mejor recuerdo entre todas las experiencias de la fama?—

“Todavía me acuerdo el estreno de la película ‘El Profesional’. Tenía 13 años y yo había llevado el mismo vestido que había usado en una fiesta de cumpleaños, dos semanas antes. Mi madre me había comprado un saco de piel falsa que me parecía hermoso. Cuando me lo puse, sentí que era la persona más glamorosa del mundo”.

Eran exactamente las ocho y diez de la noche en Los Angeles, cuando en medio de la formalidad del Teatro Kodak, Jeff Bridges anunció a las nominadas como Mejor Actriz. Además de Nicole Kidman y Annette Bening, también estaban las más jóvenes Michelle Williams (“Blue Valentine”) y Jennifer Lawrence (“Winter’s Bone”). Y como pocas veces, la edad promedio en esta categoría ni siquiera llegaba a los 35 años. Con sus jóvenes 29 años, Natalie Portman incluso logró ganar el Oscar que le debían desde que sorprendió al cine, con apenas 12 años, en el rol de la jovencita Mathilda de la película “El Profesional”. El año pasado, además deberían haberla nominada por la película “Brothers” cuando se enredó entre el amor de dos hermanos Tobey Maguire y Jake Gyllenhaal.

En la entrega del Globo de Oro, Natalie Portman ya había mostrado una total honestidad, cuando le agradeció públicamente a su actual pareja: “Benjamin (Millipied) es el coreógrafo de la película. Tal vez lo recuerden en la escena donde le preguntan si dormiría con esa chica y él responde que ‘no’. Digamos que es el mejor actor, porque no es verdad: él, totalmente, quiere dormir conmigo”. Y mientras resulta inevitable esconder el evidente embarazo de Benjamin, Natalie refleja los curiosos paralelos entre la vida real y la ficción, con la historia “Black Swan” sobre una estrella que se enamora del coreógrafo que la lleva al éxito, tal cual como ella ahora lo vive, en la realidad.

—Más allá del nivel personal, ¿profesionalmente hay cierta similitud con la relación que muestra la película entre una bailarina y el coreógrafo?—

“Para ser creíble como bailarina, tenía que confiar plenamente en Bejamin, para ser honesta, tenía que pensar que él podía encontrar la mejor coreografía que mostrara lo que puedo hacer, evitando lo que realmente no podía mostrar. Era importante, para ser un personaje creíble. Y él fue absolutamente la clave de credibilidad en la película, en todo momento llevó aquel peso sobre los hombros”.

—Y a nivel personal, ¿cómo se vive la gran noticia de un embarazo en medio de una entrega de premios?—

“No sé... trato de mantenerme feliz. Cuando estoy en mi medio ambiente de embarazada, sólo espero que el bebé sienta paz a su alrededor”.

—Es evidente que no subiste demasiado de peso con el embarazo. ¿Hay alguna receta secreta que quieras compartir las lectoras?—

“Estuve nadando todos los días y los resultados son maravillosos”.

—¿Con la película “Black Swan” también seguiste alguna rutina especial?—

“Siempre hago ejercicios físicos. Obviamente, el entrenamiento para esta película fue muy riguroso. En cada descanso que me tocaba, en medio del rodaje, necesitaba mantenerme caliente, para estar preparada con las escenas de ballet, para evitar cualquier accidente. Y por suerte, no tuve ninguna lesión seria”.

—¿Cuál es la mejor lección que te dejó la película más allá de un Oscar y un bebé?—

“(Ríe) Creo que aprendí lo duro que puedo llegar a trabajar. Aprendí la extensión de mi disciplina que puse a prueba cada día, por los rigores del arte de la danza que respeto tanto. Es un estilo de vida”.

—¿Y cómo conseguiste la perfección de las escenas de ballet que te acercaron al Oscar?—

“Yo había tomado clases de ballet hasta los 12 años y paré cuando empecé con la actuación. Pero volví con el entrenamiento, para esta película, a los 27 años. Así que en el medio hubo un descanso de 15 años”.

—¿Qué le dirías a otros jóvenes actores que sueñan con ocupar un lugar como el tuyo?—

“Nuestro trabajo tiene mucho que ver con la empatía. Se trata de imaginar la vida de otra persona por un período de tiempo, pensando las preocupaciones diarias, los gustos y los miedos. Y si cualquiera vive preocupándose por la gente en esa forma, pensando por lo que alguien pasa a diario, es el mejor entrenamiento que puede tener cualquier actor”.

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