viernes, 11 de marzo de 2011

Un monstruo llamado Natalie Portman

Cuando Natalie Portman (nacida en Tel Aviv en 1981, pero naturalizada estadunidense desde pequeña) hizo su debut a los 12 años en la cinta de Luc Besson El profesional, no pensaba que se convertiría en una actriz adulta con un impresionante trabajo en el melodrama sexual Closer, de Mike Nichols, por el que fue nominada al Oscar. Desde entonces (y quizás desde antes) algunos la llegaron a comparar con Audrey Hepburn, aunque ella, con modestia, rehusó inmediatamente el título. Lo cierto es que, pese a su aspecto de chica fresca, juvenil y divertida, Natalie ha demostrado tener mucha más sustancia de la habitual en una joven de su edad, lo que se advierte ahora en el aclamado filme de Darren Aronofsky El cisne negro, en el que interpreta a Nina Sayers, prima ballerina del ballet de Nueva York, la que, en vísperas del estreno de El lago de los cisnes, de Tchaikovski, sufre una espectacular crisis nerviosa (o algo mucho peor). Por ese papel ahora es candidata a la codiciada estatuilla de Mejor Actriz, siendo la primera vez en que una actriz aspira a este premio por una cinta de horror psicológico desde 1991.

MC: ¿Qué te atrajo de este proyecto?

NP: Primero, la propuesta de Darren. Me halagó mucho que me buscara personalmente para el proyecto hace un par de años. Después de que hablamos, me mandó el guión —que él mismo había reescrito ya pensando en mí—, y me sentí completamente cautivada por los personajes de Nina y Lily, las bailarinas; yo nunca había interpretado un papel como el de Nina. Es muy difícil que se escriban papeles de mujeres con tanta complejidad emocional. En este caso, mientras preparaba el personaje, fue increíble descubrir cómo es el mundo del ballet, lo competitivo, lo feroz que puede ser.

MC: ¿Es difícil en Hollywood conseguir este tipo de papeles femeninos, que tengan sustancia?

NP: No es sencillo, y es más difícil que haya dos papeles de este tipo en una misma película. Las dos bailarinas son únicas, aunque son representaciones opuestas de una misma psique, en cierto modo. Es muy raro encontrar esto en el cine. Por otra parte es lógico, ya que la mayoría de los espectadores suelen ser hombres, y muchas producciones se hacen para un público determinado. Yo quiero ser como Susan Sarandon o Meryl Streep: saber quién soy a cualquier edad, ser una actriz que pueda interpretar cualquier papel. Ahora mismo soy joven y eso me ayuda, pero estoy consciente de que debe haber algo más que mi aspecto para refrendar mi trabajo.

MC: Este papel te llevó a extremos que no habías explorado.

NP: Cierto. Nina es una bailarina muy entregada y trabajadora, pero también es obsesiva-compulsiva. Todavía no posee una personalidad propia ni como bailarina ni como mujer, porque su madre se ha encargado de atrofiar su madurez para convertirla en algo que no es; pero mientras busca su sexualidad y sentido de la libertad, su carácter va cambiando progresivamente. Al mismo tiempo, empieza a derrumbarse, y esto suponía todo un reto. Lo que Nina busca obsesivamente toda su vida es la perfección absoluta de su arte, que es algo que únicamente puede existir durante un momento, un breve y fugaz momento; pero, como todos los artistas, puede llegar a autodestruirse con tal de lograrla. Cuando intenta convertirse en el cisne negro, algo oscuro empieza a bullir en su interior. Eso se convierte en una crisis de identidad en la que ella no sólo no está segura de quién es sino de qué es, y las fronteras entre ella y el resto del mundo se vuelven borrosas. Nina empieza a verse en todos los sitios, literalmente. Es alucinante. Cuando Nina comienza a rebelarse contra las estructuras que la rodean aparece toda esa paranoia que la transporta a un oscuro lugar, donde no está segura de lo que la gente quiere de ella ni de si está perdiendo o no la cabeza.

MC: ¿Qué tal fue la inmersión en el mundo de la danza?

NP: Me gustó mucho la autenticidad que se buscó para los detalles, todos muy realistas, del mundo de la danza que hay en el guión, y especialmente me atrajeron los paralelismos de la historia de Nina con El lago de los cisnes. Yo la veía como a alguien que de verdad intentaba liberarse de un hechizo, que intentaba liberarse de todo el que quisiera decirle quién era, y que pretendía ver a través de todo ello quién era realmente como persona y como artista. Fue una experiencia que me fascinó, al igual que adquirir una disciplina física al respecto.

MC: ¿Fue muy rigurosa la preparación física y psicológica para este personaje?

NP: Hice muchos ejercicios de danza, nadé mucho e hice entrenamiento combinado para evitar lesiones, pues la danza es muy dura para el cuerpo. Exige muchísimo esfuerzo retomar el ballet a los 28 años de edad. Aun cuando hayas tomado clases de danza con anterioridad, no eres realmente conciente de todo lo que cuesta conseguir un nivel de élite. Cada pequeño gesto tiene que ser muy concreto y debe estar lleno de delicadeza y elegancia. Yo ya sabía que iba a ser todo un reto, pero nunca sospeché lo realmente duro que iba a resultar físicamente. Tuve una lesión de costilla, y tuve que sufrirla durante casi la mitad del rodaje. Pero resulta difícil quejarse cuando ves que los bailarines profesionales no dejan de bailar, y lo hacen constantemente con muy graves lesiones, como esguinces de tobillo. Están acostumbrados a bailar con dolor. Me gusta mucho la danza, y pensé que iba a ser muy divertido tener que bailar para hacer mi trabajo. No tenía ni idea de lo agotador que iba a resultar. Fue fascinante y apasionante, pero no fue divertido, para nada.

MC: Además de estudiar danza en tu infancia, estudiaste Psicología en Harvard. ¿Esto te proporcionó un marco de referencia adicional acerca de la desintegración mental de Nina?

NP: En cierto modo, aunque el caso de Nina es muy grave. Yo la veía a como si estuviera atrapada en un ciclo de obsesión y compulsión. El lado positivo para los artistas y bailarines es que concentrándote en tal grado puedes convertirte en un virtuoso, pero después hay un lado mucho más oscuro, insano, donde te puedes encontrar completamente perdido. Desde allí tenía que partir para interpretar a Nina. No fue nada fácil, es un personaje con muchas vueltas y torceduras. Es casi un monstruo perfecto.

MC: ¿Cómo definirías la relación que mantienen Nina y Lily en la película?

NP: Me gusta la manera en que se evalúan la una a la otra cuando se encuentran por primera vez, algo que hacen las chicas habitualmente. Se trata de un mecanismo de supervivencia: hay que averiguar quién es tu máximo competidor, y en este caso Nina ve enseguida que Lily es fabulosa, que tiene talento y que supone una gran amenaza para su puesto en la compañía. Pero, asimismo, Nina todavía no sabe quién es Lily de verdad. Mila Kunis hizo un trabajo increíble y estuvimos juntas mucho tiempo. Darren cuidó mucho de que sostuviésemos una dinámica de competencia más que de camaradería durante el rodaje, para poder crear la atmósfera que buscaba. Cuando terminamos, fue muy bueno llegar a conocerla y simpatizar con ella.

MC: Has sido actriz desde muy joven. ¿Cómo logras mantener los pies en la tierra, con una trayectoria tan importante, el acoso de la prensa, haber sido nominada al Oscar, en un mundo obsesionado con la vida privada? http://nataliaportman.blogspot.com/

NP: Tengo una familia y buenos amigos que no me dicen que sí a todo. Me advierten cuando me estoy pasando, cuando no están de acuerdo conmigo. Me ayudan a mantener los pies bien puestos en la tierra, y a recordar que, mal que me pese, vivo en el mundo real. Creo que la vida de los actores debería de ser aún más privada. Sólo así, sin que el público tenga una idea preconcebida de nosotros, de cómo somos, podremos seguir creando personajes para interpretar y ser creíbles en pantalla. No me gustaría que al ver una película, digamos ésta, alguien dijera: “Ah, mira, es Natalie Portman como Nina la bailarina”. No, lo que quiero es que al verme en pantalla se olviden de mí y crean que yo soy Nina. Ese es mi objetivo. Eso es lo que anhelo. Creo que es lo que todos los actores deberíamos hacer.

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