Actriz de probada calidad, Natalie Portman enfrentó en Cisne negro uno de los mayores retos de su carrera: Darle vida a una bailarina de ballet entregada a su profesión a niveles que rayan en lo enfermizo. http://nataliaportman.blogspot.com/
Si bien el personaje ya tiene enorme complejidad mental en que trabajar, Portman se encontró con un obstáculo más: Ponerse al punto físico para darle credibilidad a las complicadas coreografías. “Me interesa mucho probar, sobre todo intentar cosas que no he hecho en mi carrera. Ése siempre es mi principal criterio para elegir un papel”, afirma Natalie.
Con la crítica a sus pies, la actriz ahora confiesa que se siente satisfecha con lo que muestra la película, aunque no le guarda tampoco mucho cariño a Nina Sayers, la bailarina que interpreta, a quien define como una mujer con “complejo de narciso, con trastornos de control, que sufre anorexia, bulimia y es bipolar, que necesita mucha, mucha terapia”. Y a pesar de lo especial que es Nina Sayers, este papel podría ser el que consagre a Portman a los ojos de los críticos.
Reto al máximo
Contra lo que pueda parecer, Natalie Portman sÍ está familiarizada con el mundo del ballet, aunque no tanto como a ella le hubiera gustado: “Hice ballet hasta que cumplí los 13 años. En esa época tenía una base, pero entonces me concentré en la actuación y en los últimos 15 años no he hecho nada de ballet. Y es curioso, porque es justamente alrededor de mi edad que las bailarinas se retiran, a los 28 años”.
La actriz lamenta ahora haber dejado el baile, aunque reconoce que los foros de filmación fueron más fuertes que los escenarios de baile: “Me gusta entregarme completamente a lo que me dedico o no hacerlo. Para mí era muy difícil ir a una clase y no poder estar a la altura de las mejores bailarinas. Fue un ritmo que no pude mantener”.
Para Cisne negro, Natalie tuvo que adquirir de nueva cuenta la condición física de una bailarina mediante un entrenamiento que califica como “extremo”, con 16 horas de trabajo diario durante casi un año. “Hubo días en los que creí que iba a morir (risas). No había mucho tiempo para pensar o quejarme, simplemente pensé en todo momento en seguir adelante, creo que activó mi sentido de supervivencia (risas)”.
El rodaje llegó a tal exigencia que, de acuerdo a la actriz, algunas jornadas de trabajo “comenzaban el lunes a las seis de la mañana y terminábamos el sábado a las cuatro de la madrugada. Llegó un punto en el que lo único que me preocupaba era no romperme la pierna”.
El premio para este sacrificio de Portman y el resto del equipo en la película ha sido la nominación de la película a diversos premios, e incluso ponerse a la cabeza como una de las grandes favoritas de cara al Oscar.
Cuelga las zapatillas
Un año de rodaje bastó para que Portman apreciara el mundo del ballet en una nueva dimensión, con todo lo bueno y lo malo que lleva. “La dedicación que tiene una bailarina en su carrera es muy distinta a la que tiene una actriz. El ballet es un arte virtuoso donde no hay fama ni dinero, sino que todo se hace por amor a la profesión”.
Sobre volver a la escuela de danza Natalie suspira y explica que “adoro bailar, pero creo que es momento de colgar las zapatillas. Ya soy muy grande para seguir en el ballet, aunque me gustaría seguir ligada en cierta forma al mundo de la danza”.
¿Y qué hace luego de que terminó con el rodaje de Cisne negro? Portman asegura que ahora trata de retomar todo lo que dejó de hacer durante el año que le dedicó a la película: “Un día después de que terminó el rodaje mi mejor amiga se casó y lo primero que hice fue asistir a su boda y pude ver a mis amigos. Luego estuve en casa, intentando recuperar mi vida,comer bien, dormir mejor. Esas cosas que no había podido hacer durante los últimos 12 meses”.
¿De qué se trata?
Nina (Portman) es una bailarina de la ciudad de Nueva York cuya vida está dedicada completamente a la danza. Ella vive bajo el yugo de Erica, su madre, quien es una mujer obsesiva y sofocante que todo el tiempo trata de controlarla”.
La historia comienza cuando el director artístico de la compañía de danza, Thomas Leroy (Vincent Cassel) decide reemplazar a la primera bailarina del grupo Beth MacIntyre (Winona Ryder) para la nueva obra de la temporada: El lago de los cisnes.
Nina es la primera opción para tomar el papel, pero aparece pronto una rival, más joven: Lily (Mila Kunis). Pronto la competencia entre ambas desatará una guerra profesional que llevará a ambas a descubrir sus facetas más oscuras.
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